Fotografía de Mónica Patxot para Público
En Lorca se siguen cayendo edificios. El último, el edificio Grial. Aunque el Ayuntamiento quiso lanzar un mensaje de calma, numerosos vecinos desconfían y están contratando arquitectos independientes para saber el estado real de sus viviendas. A los recelos ha ayudado que el principal promotor de la ciudad, Eusebio Abellán, participara en la elaboración de los primeros informes. Casi todos los edificios que visitó fueron catalogados como verdes.
«Mis edificios se han comportado perfectamente. Sólo un 1% presenta fisurillas en la estructura«, aseguraba ayer a Público el propio Abellán, que también es presidente de la Cámara de Comercio lorquina. Tras el terremoto, se enfundó uno de los 400 chalecos verdes que distribuyó el Ayuntamiento y revisó 60 edificios levantados por su promotora. «Sólo tres los pusimos en amarillo tirando a verde. Todos los demás, en verde«, añadió.
Sin embargo, según denuncian los vecinos de alguna de sus promociones, a Abellán se le fue supuestamente la mano con la pintura. Es el caso del edificio Alhambra, en el número 47 de la Carretera de Granada, de tres años de antigüedad. En una primera inspección, el promotor lo pintó de verde. El viernes por la mañana, otro equipo con técnicos municipales elevó su riesgo hasta el negro. Antes del anochecer, volvió por allí Abellán. «Se puso a gritar preguntando quién lo había pintado de negro«, explica Juan Carlos Carrillo, uno de los vecinos del bloque. Esa noche, el edificio durmió como amarillo. Ayer, según el registro del Ayuntamiento, había vuelto a verde.
Para Abellán, tanto cambio se debe a que «hay técnicos con más miedo y otros con menos. El miedo y la ignorancia son libres«. Cuando se le pregunta por la reacción de los vecinos, insiste: «La ignorancia es muy atrevida«. Para él, «habrá excepciones, pero la normativa de edificación se ha cumplido«. En teoría, sólo arquitectos, aparejadores e ingenieros pueden decidir el color de una casa. Desde el consistorio aclaran que Abellán, además de promotor, es aparejador. «Soy ingeniero de edificaciones«, aseguraba él.
«Si los edificios son tuyos, tú no puedes valorarlos«, opinaba Juan Díaz, presidente de una comunidad de 78 vecinos cercana al edificio Alhambra. Este ex-gerente de una empresa de infraestructuras sostiene que «la vulnerabilidad de las estructuras de Lorca son fruto del boom urbanístico de estos años«. Tras el apuntalamiento, piensa pedir un informe independiente.
También lo han hecho los vecinos del número 47. Desconfían del informe municipal y han montado una plataforma (ejemplo seguido por otras comunidades), y pedido la opinión de la empresa Gabinete de Control. Su director, el arquitecto técnico Jesús Alcañiz, aseguraba ayer que el edificio Alhambra «es un amarillo y no se puede dormir en él«. Sostiene que hay daños en la cabeza de los pilares, pero aclara que, «aunque caro, se puede reparar«.
El ejemplo del Alhambra se extiende. En la misma calle, los vecinos del número 65 también han encargado un estudio de viabilidad por su cuenta. Lo mismo piensan hacer Juan Campos, albañil en paro, y sus vecinos de la calle Herrerías. En su caso, de 15 pilares, siete están dañados. «No podemos fiarnos de lo que nos dicen«, asegura.