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¿Estudiar una ingeniería?

Un año más llega septiembre. Un año más llegan los exámenes. Un año más no llega carta de Hogwarts. Un año más los estudiantes deben demostrar lo que han transpirado estudiado este verano. Un año más sigo pensando que los exámenes no son un buen instrumento para evaluar conocimientos. Un año más me voy por las ramas… ¡¡ Genial !!, sigo en mi línea, un año más.

Mafalda Felipe quiere ser ingeniero

Hace unos días puse por aquí el peculiar vídeo de la Unión Europea para animar a las chicas a estudiar ciencias (o a ponerse gafas, no quedaba muy claro), la cuestión es… a ver, con la que está cayendo, ¿por qué debería alguien estudiar una ingeniería?

Algunos motivos para estudiar una ingeniería

  • Vocación: El clásico «es lo mío, he nacido para esto» (conviene no decirlo mucho en voz alta o te lo recordarán cada vez que te quejes, avisado quedas).
  • Ganar dinero: Una motivación tan buena como cualquier otra, mal vista por estos lares (donde poca gente lo reconoce abiertamente) pero muy normal en otros sitios. En los USA es la mayor motivación y nadie se avergüenza de ello, es sólo una inversión de futuro más.
  • Tradición familiar: Más habitual de lo que se cree, te permite amortizar los libros, trabajar en la empresa familiar e incluso montar grupos musicales, grandes sagas de apellidos ilustres lo confirman, no debe ser tan mal negocio.
  • Prestigio social: Bueno, si, ejem, dejemos ese tema…
  • Los amigos: Si tus amigos se tiran por una ventana, tú te tiras; si tus amigos se matriculan en una ingeniería, tú te matriculas; si tus amigos suspenden, tú también… y así hasta la cola del paro. Por lo menos estarás bien acompañado, qué bonita es la amistad.
  • La pareja: No es algo tan raro, conozco casos (y siguen juntos, sufrir en compañía une mucho, ya se ve en las películas de miedo).
  • Por error: A veces pasa. Se lamenta de por vida. Lo sé por experiencia (yo pensaba que aquello era el bar, de verdad, me extrañó mucho que me pidieran el DNI y tantos datos, pero pensé que sería una oferta 2×1 o algo así, fue sin querer, yo no lo sabía…)

Bromas aparte, una cosa es (o debería ser) evidente, para elegir una carrera universitaria antes hay que conocerla (cuando menos es recomendable), y las ingenierías no es que sean muy conocidas, precisamente.

¿Por qué no se conocen las ingenierías?

Seguramente porque el tratamiento que reciben en los medios deja mucho que desear. Derecho, Arquitectura o Medicina son carreras conocidas, Informática se está poniendo a su nivel (que no a su prestigio) y Físicas parece estar de moda nuevamente gracias a The Big Bang Theory, pero basta ver la televisión o leer los periódicos para comprobar que después de «ingeniero» pocas veces añaden algo más (haz la prueba con «licenciado» y verás qué risa, te van a llamar de todo).

Es que no hay ingenieros famosos…

Falso. La ingeniería tiene muchos modelos a seguir, el problema es que son poco conocidos incluso entre los propios ingenieros. Nos hemos acostumbrado tanto a reverenciar las obras y el trabajo en equipo que hemos terminado por olvidar que un equipo está formado por personas.

Los modelos gustan, a la gente le encanta la imitación, la adoración, tener referentes, ser como esa persona que consiguió hacer eso por primera vez.  Necesitamos modelos, autores, saber quién piensa, calcula, proyecta y construye las cosas, y no sólo quién corta la cinta delante de las cámaras en periodo electoral.

¿Crees que no es posible? la próxima vez que veas Megaconstrucciones, Megaestructuras y documentales similares fíjate en las personas que salen. En todos los documentales presentan y hablan de las personas y de las dificultades a las que se enfrentan (se pasan un poco con el aspecto dramático, eso también es verdad pero, bueno, son cosas del show business).

Vale, pero… ¡¡ es que ya está todo hecho !!

Sólo está hecho lo que está hecho, todavía queda mucho por hacer. La gente está tan acostumbrada a las infraestructuras y comodidades que usa y disfruta diariamente que no valora lo que han costado (y siguen costando día a día, que las cosas se gastan). Hay mucho que hacer, mucho que mejorar, mucho que restaurar, mucho que optimizar y mucho que reconstruir, ¡¡ y hay que saber venderlo como corresponde !!

¿Por qué ese desconocimiento…? 

Por tradición, básicamente, herencia de aquellas épocas, no tan lejanas, en las que se confiaba en el buen criterio de los ingenieros y se les dejaba hacer.

En 1988 José Antonio Fernández Ordóñez ingresaba en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con un fantástico discurso (de 1990) en el que, entre otras muchas cosas, trataba la «anónima presencia pública» del ingeniero, en este caso el de Caminos, Canales y Puertos:

Pese a su libertad de actuación, lo que nunca hará un buen ingeniero es derrochar a priori para garantizar con exceso y para su cómoda tranquilidad la seguridad de una obra. Se moverá a solas con su conciencia en el límite de lo justo. Lleva muy dentro siempre su propia exigencia y la responsabilidad moral de gastar sólo lo necesario, aun a costa el riesgo que supone y al que nadie le obliga. Su cliente nunca es un millonario excéntrico, ni un político con deseos de pasar a la posteridad. Su cliente es la anónima base social que paga sus impuestos y que nos exige obras funcionales, económicas y al mismo tiempo, hermosas.

Existe entre los ingenieros un deseo de auto-ocultación (involuntario la mayoría de las veces, manifiestamente deliberado en ocasiones, como en el caso de Freyssinet), un desdén hacia el protagonismo en inauguraciones y otros festejos, una cómoda y silenciosa retirada a un segundo plano cuando la obra ya está finalizada y los problemas están resueltos. Al contrario justamente de lo que sucede cuando surgen en las obras públicas las graves complicaciones de todo tipo, los imprevistos, las veleidades de la naturaleza con sus fuerzas incontrolables, los heridos, los muertos… Entonces los que están en primera fila dando la cara siempre son los ingenieros, los demás se esfuman por arte de magia.

 

Pasados los años, esos políticos que debían representar a la «anónima base social» han roto las reglas del juego con obras inútiles e imposibles de mantener; sin embargo, los ingenieros siguen siendo responsables y culpables de todo lo que pueda pasar, ¿es hora de romper ya con esa presencia anónima y decir las cosas en voz alta…?

«Es que aquí el que protesta no trabaja«, dirá alguien… si, puede ser, pero ya no hay trabajo, así que…

Muchísima suerte a todos los que estáis de exámenes. Ánimo, contamos con vosotros para arreglar esto.

  1. Snif, sniff,… me has emocionao!! Si cuando empece a estudiar hubiese leido un articulo como este… habria seguido estudiando ingenieria, jaja, aunq ahora de vez en cuando me arrepiento… jaja.

    Muy interesante como siempre Enrique!!

  2. Y como el hombre además es el único animal que tropieza con gusto dos veces en la misma piedra algunos humanos hemos decidido estudiar dos ingenierías o hacer el doctorado para persistir en el error en lugar de ir a por un MBA o dedicarnos al espectáculo.

  3. En mi posición natural de pesimista crónico, casi me gustaría parafrasear a Leibniz, «Profesión de fé, ingeniero»

  4. En la revista de la ETSICCP de Madrid daban 3 razones para hacer caminos:

    Por tradición
    Por vocación y
    Por (equi)vocación

    Parece que casi coincides!
    Muy bueno el post. Siempre soy, al contrario de lo que dice Leibnitz, de los que intentar pesar en positivo (no siempre se consigue pero, vaya…)

    Un saludo!

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Webmenciones

  • [Cita #062] La responsabilidad moral de gastar sólo lo necesario | Ingeniería en la Red 3 septiembre, 2012

    […] Antonio Fernández Ordóñez (1933-2000) Descubrí la cita en un post —¿Estudiar una ingeniería?— del blog de Enrique Montalar […]