Tomando como punto de partida que se legisla sobre lo que ocurre y se prohíbe lo que se quiere evitar, las leyes antiguas son un buen indicador sobre lo que ha preocupado a la sociedad a lo largo de la historia. Acudiendo al refranero sería algo así como juntar «Cuando el río suena, agua lleva» con un «Piensa mal y acertarás«.
Gracias al Código de Hammurabi sabemos que hace 3.750 años (año más, año menos) la edificación de Babilonia no era todo lo segura que cabía esperar, a juzgar por las cinco leyes relacionadas con el tema que aparecen en dicho código:
- Ley 229: Si un arquitecto hace una casa para otro, y no la hace sólida y se derrumba, matando al propietario de la casa, se matará al arquitecto.
- Ley 230: Si hace morir al hijo del propietario de la casa, se matará al hijo del arquitecto.
- Ley 231: Si hace morir al esclavo del dueño de la casa, dará al propietario de la casa un esclavo como esclavo.
- Ley 232: Si le hace perder los bienes, le pagará todo lo perdido, y porque no ha hecho sólida la casa que construyó, que se ha derrumbado, la reconstruirá a su propia costa.
- Ley 233: Si un arquitecto hace una casa para otro y no hace bien las bases y un nuevo muro se cae, el arquitecto reparará el muro a su costa.
Con un poco de imaginación, podríamos extraer algunas conclusiones:
- El hecho de estar tipificado (y tallado en basalto) indica que ocurría y no se trataba de sucesos aislados (no te tomas la molestia de hacer cinco leyes sobre algo que no ocurre).
- La evolución del tipo de delito permite pensar que, poco a poco, las caídas fueron cada vez menos graves, hasta llegar sólo a los muros, finalmente.
- Su posición dentro del código (leyes 229-233 sobre un total de 282) indica que tampoco era algo muy frecuente o, por lo menos, no era prioritario.
Claro que, puestos a extraer más cosas:
- En caso de error no le echaban la culpa al terreno (la sabiduría de nuestros mayores, cuánto se ha perdido, ya lo dijo Victor Hugo «¡Ah, Mesopotamia! ¡Ah, la humanidad!«).
- No hay nada como hacerle a uno responsable de sus actos («empatía», lo llaman ahora, «ponerse en lugar del otro», si el otro muere, tú también, más te vale tener cuidado).
- El Código Técnico de la Edificación tendría que aprender un par de cosas del Código de Hammurabi (cuando menos algo sobre la responsabilidad del trabajo bien hecho).
- Quizá hubiera sido mejor usar el término «constructor», en lugar de «arquitecto».
- Calatrava habría durado muy poco en Babilonia.
Bien, bajo esta óptica «histórica», examinemos ahora la noticia que se podía leer en el periódico Cinco Días a finales del mes pasado:
Los funcionarios de Fomento deberán eludir en lo posible las comidas con los contratistas, principalmente con personal de constructoras e ingenierías; las reuniones con las empresas deberán celebrarse en despachos oficiales y, a poder ser, siempre tendrá que haber más de un funcionario presente en esos encuentros. Estas iniciativas han comenzado a correr como la pólvora por el ministerio, si bien no existe un texto cerrado aún.
Distintas fuentes conocedoras de estas intenciones tachan de absurdo un código de conducta que pone en entredicho a todo el sector. «Muchos de los funcionarios de Fomento trabajan a pie de obra y es bastante poco operativo que se les obligue a tanta asepsia», comenta un alto directivo de la construcción. Son muchos los que piensan que un documento de esas características pone en duda la honorabilidad de los funcionarios.
El revolucionario código de Fomento debería ver la luz en unos meses, al igual que el plan de infraestructuras Pitvi. Al respecto, la ministra Pastor volvió a referirse ayer, en un foro de infraestructuras organizado por Deloitte, a la necesidad de mayor claridad en los pliegos, más transparencia en los procesos de licitación, e insinuó que son necesarias normas de buen gobierno en el propio ministerio. La mandataria no fue más allá en las explicaciones.
Procediendo como antes, y teniendo en cuenta que se trata de un adelanto de un supuesto código ético que se estaría ultimando (cúmulo de hipótesis que bien podría no concretarse en nada, al final), ¿qué conclusiones podrían extraer nuestros descendientes…?:
- En España, allá por 2012, los propios ministros filtraban códigos internos de los ministerios, antes de aprobarse.
- Las comidas con los contratistas, especialmente con «personal de constructoras e ingenierías» eran perniciosas y fuente de problemas (años más tarde se supo que todo era culpa del colesterol, que les nublaba la mente y afectaba a su buen proceder).
- Los tratos se cerraban en cualquier parte y sólo dependían de un funcionario, que hacía y deshacía a su antojo (gracias al código ético se pudo identificar el problema, se trataba de «falta de cariño e integración», en su despacho oficial y acompañado de otro funcionario todo quedó arreglado).
[Tuve un compañero que cambió Caminos por el Seminario y me contaba que los seminaristas iban en parejas para protegerse de la tentación, ¿habrán pensado lo mismo en Fomento?, ¿de qué tentación hablamos, exactamente? se cuentan tantas cosas…] - Conscientes de la existencia de «manzanas podridas» en el Ministerio de Fomento, se resolvió el problema aireando su presencia a los cuatro vientos, incluyendo también en el lote a los funcionarios honrados (no hay noticias al respecto pero se sospecha que no dijeron nada para que no les prohibieran también cenar… se cree que en 2014 Fomento tenía los funcionarios más delgados del estado).
- Tras reconocer que había un problema con los pliegos, la transparencia, las bajas, los modificados, los complementarios y todo el sistema de adjudicaciones, en general… se aprobó un código ético (se sospecha que fue entonces cuando empezaron a llamarlo «Ministerio ¿Dónde vas? Manzanas traigo«).
- Estudiadas todas las alternativas para levantar el país, se optó por bajar el nivel del mar… ganando kilómetros de playa y una autopista a Mallorca -de peaje, por supuesto- (se cree que la facilidad para escapar a pie fue una de las causas del éxodo masivo de españoles solicitando la nacionalidad marroquí, a mediados del siglo XXI).
Señora Ministra, el sistema actual no es perfecto. Las ingenierías se quejan, la contrata se queja y el Ministerio de Fomento se queja. Podrían estar todos equivocados, cierto es, pero algo falla cuando una obra termina costando 18 veces lo presupuestado. Si de verdad quiere arreglar esta situación, después de aprobar el código ético (la ética nunca está de más) exija responsabilidades, simplemente eso, responsabilidades… y, por favor, no insulte a los funcionarios honrados, tienen todavía más ganas que usted de limpiar su nombre. Incluso Hammurabi concedía el beneficio de la duda castigando sólo a los malos constructores, no castigue a todos sus funcionarios por igual con este tipo de declaraciones… podría conseguir justo el efecto contrario.
Para ampliar la información, recomiendo leer los comentarios de la noticia en Cinco Días, pulsando en la imagen se accede a la noticia:
No quieren que sus funcionarios coman constructores.
Los cargos políticos, sin embargo, están fuera de la sombra de cualquier duda: Nunca se ha visto a un político haciendo algo en contra del interés general y a favor de sus intereses…
Recomiendola lectura de La crónica de la última vez que prometieron transparencia.
Todo está relacionado; nos encargamos de arreglar el problema que no existe, y obviamos el que sí.
¡Pepe vente a Alemania! creo que es la frase que resume la España post «casa de Austria» (claro esta, cuando la casa de Austria Alemania era parte del reino y era algo así como: ¡Pepe vente al ducado de Sajonia! pero claro eso son elucubraciones).
Pd: ¿Tendrás por casualidad algún conocido en la Confederación Helvética, cantón de Lucerna a ser posible?
Pues… hoy por hoy, no tengo ningún conocido por esas tierras, aunque si hay trabajo no descarto irme yo mismo, la verdad.
hola Enrique y hola a todos:
la presencia de la corrupción en España arranca -presumiblemente- en un hecho histórico de hace siglos: la conquista de América.
en efecto, dadas las riquezas allí encontradas y trasladadas a la metrópoli (ver ‘Archivo de Indias’ en Sevilla), las distancias y los tiempos empleados en recorrerlas, junto con lentitud de las comunicaciones y ‘controles’, cimentaron la práctica de ‘distraer’ bienes de la corona, erario, o como deba llamarse.
imaginemos a un virrey (pongo por caso) con 20 carretas de oro y plata, en disposición de comunicar al rey de España la descripción del envío en galeones: «majestad, tengo el honor de adjuntar la cantidad de 10 carretas de oro y plata con arreglo al desglose que se señala pormenorizadamente a continuación,…blah, blah,… Dios le guarde muchos años» (o algo a tal efecto)..
la escena -al otro lado del atlántico- debía ser algo como le virrey, escalafón y hasta marineros, llenándose los bolsillos y los gorros hasta arriba de metales preciosos, entre carcajadas como sólo la marinería saben hacerlo. mientras se embarcaba la mitad del ‘envío’ en el galeón.
obviamente esta descripción -reitero- es una simulación que tengo en la cabeza, pero -me temo- que no debe diferir mucho de la que allá acaecía.
naturalmente, debo puntualizar, que no apruebo, ni soporto de lejos cualquier episodio de corrupción, y procuro informarme de las razones que la alimentan y promueven desde hace tiempo.
en España, Italia, etc, a diferencia de los países prostentantes, la ‘coletilla’ que dejó escapar la religión de que «si te arrepientes en el último momento, vas al cielo», vino a empeorar las cosas, porque -naturalmente- se entendió en la clave más ventajosa. no quiero decir que el protestantismo sea mejor, y de hecho el pobre Lutero se dió cuenta de su error a los pocos años de colgar en las puertas de la catedral de Wittemberg (spell?) sus 90 y tantos puntos (pero eso es otra historia,…).
lo que sí se puede afirmar -sin riesgo de equivocación- es que -por ejemplo- en Alemania no hay profesores (y extras) vigilándo en los exámenes, puesto que en su entendimiento, si algún alumno osa copiar es denunciado por otro alumno que se siente agredido y estafado en su leal entendimiento de la sana competencia por aprobar, por un ‘compañero’ en mala lid.
este mismo hecho -en España- eleva al alumno ‘pillo’ a categoría de ‘fenómeno’, y es incluso jaleado y apoyado por el resto,… (de hecho he pasado algún que otro añito en la universidad española)
así, desafortunadamente, en nuestra sociedad actual -en España- se valora al ‘trepa’, el ‘pelotazo’, el ‘chollo’ a todos los niveles y, ociosamente la clase política -hasta donde sé, ni es alemana, ni finlandesa, pogamos por caso.
para concluir, y excusándome por la disgresión, lo de las comidas con constructores, funcionarios,..lo que sea, me parece un simple «Viva Cartagena!», cuando los profesionales demuestran -con cifras- que el kilómetro de autopista española es más del doble que cualquiera europeo comparable,…y es que con la legislación de contratos del estado, interesa más que salgan «imprevistos, modificados, etc»,…que -se demuestra matemáticamente- deja más beneficios. y claro!,…cómo vamos a obligar a alguien que renuncie a sus beneficios «legales»?
en todo caso, si yo fuera ministro, sacaría un proyecto de ley -para las comilonas- donde fuera obligatorio poner muchos ‘panchitos’, patatas fritas, ‘cortezas’ y queso,…que eso ‘desbrava’ mucho, y -está estudiado en hostelería- que luego la gente apenas come más,…ha, ha, ha!
agradecido, eufe
Esto es muy excesivo: tengo una amiga que es funcionaria y yo en cambio trabajo en una ingeniería ¿no podríamos volver quedar en el VIPs o esto se refiera sólo a lo que está dentro de horario de trabajo?
También se me plantea la duda filosófica de ¿y si mi mujer fuese funcionaria de Fomento?
Me resulta todo muy kafkiano.
Espero que así quede dinero para que nos inviten a comer cuando visitamos obras en los viajes de prácticas…
no sé si alguien se va a atrever a decirle a S.A.R. D. Juan Carlos I que irse a matar elefantes pagando un empresario tal vez puede ser una actividad comparable a la reprochable actitud de un vigilante de Fomento que permite que el encargado de la obra le pague un carajillo…