El bosque de Skund […] era el único bosque en todo el universo que se llamaba, en el idioma local, «Tu Dedo, Idiota», pues tal es el significado literal de la palabra Skund.
El motivo de esto es, por desgracia, de lo más vulgar. Cuando los primeros exploradores procedentes de las tierras cálidas alrededor del Mar Circular se adentraron en las gélidas llanuras interiores, rellenaron los huecos de sus mapas por el sistema de agarrar al nativo más cercano, señalar hacia algún punto geográfico distante, hablar en voz muy alta y clara, y escribir cualquier cosa que les dijera el risueño interrogado. Así, generaciones de atlas inmortalizaron rarezas geográficas como «Pues Una Montaña», «No Lo Sé», «¿Cómo Dices?» y, por supuesto, «Tu Dedo, Idiota».
Nubes ominosas se arremolinaron en torno a la cumbre pelada del monte Oolskunrahod («¿Este Imbécil Nunca Ha Visto Una Montaña o Qué?»)
Es vox populi que vox populi significa «la voz del pueblo», que canguro significa, en realidad, «no lo sé» y que Yucatán quiere decir, en el idioma local, «no le entiendo», siendo estos dos ejemplos una prueba fehaciente de que la ficción de Sir Terence Pratchett, por cómica que resulte, tiene muy poco que hacer ante la cruda realidad. Los nombres de las cosas se ponen preguntándole al nativo, y si no hay nativo, se dedican o se inventan.
Pues bien, ya que hablamos de nombres, comunico a la peculiar audiencia de este no menos peculiar blog que, justamente hoy, 16 de noviembre de 2011, se celebra el cumpleaños nominal de un mineral, la montmorillonita, que cumple 164 años, y con una probabilidad de acierto del 0,274% (más o menos), el cumpleaños también nominal de la arcilla compuesta por ese mineral, la bentonita, que ya tiene 113 añitos.
¿No te lo crees?, sigue leyendo, alma descreída.
En el caso de la montmorillonita se sabe incluso el día exacto de su bautizo no oficial, fue el 16 de noviembre de 1846, en una sesión de la Societé Géologique de France en la que Lubin Mauduyt (1782-1870), director del Instituto de Ciencias Naturales de Poitiers (Museo, según otras fuentes), comunicó el descubrimiento en Maison-Dieu, cerca de Montmorillon (Francia), «de una sustancia que, aún sin asegurar que fuese inédita, no había podido relacionar con las descritas en los tratados de mineralogía consultados» y que, en contacto con el agua «se convierte en una especie de pasta que al cabo de cierto tiempo se hace en parte gelatinosa«.
El artículo lleva por título «Un mot sur un morceau de quartz d´une variété particulière, ainsi que sur une substance minérale trouvée dans le department de la Vienne», así que es muy probable que todo lo anterior lo dijera en un perfecto y gutural francés del s. XIX.
Mauduyt propuso llamar a esta sustancia montmorillonniste, aunque tuvo que esperar tres años para ver reconocido su descubrimiento, porque primero fue clasificada como confolensita, más tarde como haloysita, y hasta 1850 no se denominó oficialmente, montmorillonita, término propuesto por Damour y Salvetat, encargados de estudiar la nueva sustancia.
Estrictamente deberían ser 165 años, pero como el artículo se publicó en el boletín de 1847 y lo escrito es lo que cuenta, lo dejaremos en 164 años.
Retrato de Lubin Mauduyt
Por su parte, la bentonita también cambió de nombre un par de veces. En 1830, un trampero franco-canadiense llamado Emile Pascal comprobó que los indios la usaban como jabón, grasa, impermeabilizante e incluso comida, así que decidió explotarla con el original nombre de pascalita (como trampero sería buenísimo, pero escogiendo nombres era de lo más típico).
Unos años después, en 1888, el mayor productor de pascalita de la zona era un tal William Taylor, de Rock Creek, que la vendía con fines cosméticos con el nombre de… ¿lo adivináis?, ¡¡ correcto !!, taylorita. Otras fuentes dicen que recibió el nombre por encontrarse en grandes cantidades en el Rancho Taylor, pero teniendo en cuenta que Rock Creek tenía 91 habitantes por aquel entonces, es muy probable que el rancho fuera del propio Taylor, así que todo queda en casa.
Sin embargo, este nombre no iba a ser tampoco el definitivo, porque cuando Wilbur Clitont Knight (1858-1903), profesor de geología en Wyoming, se dispuso a estudiar la taylorita, comprobó que el nombre ya estaba en uso. ¿Qué hacer entonces?, pues como en esto de poner nombres interesa que la aplicación sea biyectiva, que si no es un jaleo, Knight fue expeditivo. En Fort Benton (Montana, EEUU) había grandes depósitos de ese “material” y la población se llamaba así desde hacía poco tiempo (hasta 1850 se llamó Fort Lewis) así que no había posibilidad de error, escogió el nombre de bentonita y lo comunicó por escrito en un artículo del Engineering and Mining Journal de 1898 titulado “Description of Bentonite, a new variety of clay”.
O sea, que la bentonita como tal cumple 113 años.
Ah, por cierto, Rock Creek tenía dos comercios en 1888, uno era el de William Taylor, el otro pertenecía a Charles… Clay (arcilla), vamos, que todo queda en casa.
Wilbur Clitont Knight en 1898, quizá pensando en el asunto
Todo el que quiera ampliar la información queda remitido a este artículo de la Revista de Obras Públicas de junio de 1997 escrito por Leopoldo Bisbal -al que aprovecho para saludar-, y a este otro de 2006, “Mythique montmorillonite” que, como su nombre ya permite sospechar, está en francés, aunque no añade nada novedoso.
Una lástima que estas cosas no se pregunten en el Trivial, ¿verdad?