Los complicados túneles del Passo de San Boldo

Hay fotografías que muestran más de lo que parece, como esta curiosa, bucólica, pastoril (y algo escheriana) escena de un rebaño de ovejas atravesando los túneles del Passo de San Boldo, en la parte sur de los Alpes italianos (Google Maps).

La fotografía es de abril de 2010, y pertenece al libro «Un giorno lungo un anno», de Giancarlo Rado.

San Boldo (también conocido como San Ubaldo), fue un eremita español, muerto en Sens en el año 662, que se toma en infusión retiró a meditar por aquellos agrestes pagos, que continuaban siendo bastante inhóspitos  en 1917, cuando el alto mando austrohúngaro decidió ampliar el paso, al comprobar que acortaba en 50 km el aprovisionamiento a las tropas del frente del Piave, durante la Gran Guerra (no la llamaron 1ª Guerra Mundial hasta que no hubo una segunda).

[Para terminar pronto con la parte histórica: En 1917 las tropas austrohúngaras y alemanas ganan la Batalla de Caporetto, en la que un joven teniente alemán, llamado Erwin Rommel, es condecorado y un conductor de ambulancias americano, llamado Ernest Hemingway, decide que tiene material para una novela. Curiosamente, la vergonzosa derrota de Caporetto resulta ser el revulsivo que necesitan los italianos para unirse, el frente del Piave termina siendo el principio del fin del imperio austrohúngaro, y la historia demuestra, una vez más, que una guerra mal terminada sólo es el principio de otra].

Volviendo al tema ingenieril, el paso se excavó/perforó/construyó entre febrero y junio de 1918, en sólo 100 días, y aunque en algunos momentos llegó a tener 7.000 trabajadores en turnos de 10 horas, otras veces necesitó la «ayuda» de prisioneros de guerra y mujeres y ancianos de las poblaciones próximas, al permitirse que los hombres pudieran ausentarse para recoger sus cosechas.

El conjunto tiene cinco túneles de planta curva, con un giro de 180º, excavados en roca caliza karstificada (más estrictamente, dolomías, que por algo son los Alpes Dolomitas).

La construcción fue muy problemática, los muros de contención no avanzaban al ritmo previsto, hubo deslizamientos de tierras y la construcción de los túneles se complicó con las lluvias, lo que obligó a usar la dinamita con más cuidado de lo habitual, al inundarse los túneles.

Los túneles tienen una pendiente del 10-12%, según zonas, la anchura máxima es de 5,50 m, con un radio de giro de 10 m y una altura libre de 3,20 m, por lo que no se permite que circulen autobuses. En la actualidad, el paso se mantiene casi igual, si bien se han reforzado los muros, se han añadido semáforos y se ha limitado la velocidad a 30 km/h, lo que ha hecho este paso muy popular entre ciclistas y moteros.

Un vídeo de los túneles:

 

Tres detalles más:

  • La fotografía inicial, la del rebaño, tiene la etiqueta «Hasselblad» en Flickr, lo que explicaría su aspecto «cuadrado»,  al ser las cámaras Hasselblad de formato medio…. y precio alto.
  • Si eres aficionado al buen cómic, la historia «Bajo la bandera del oro«, de Corto Maltés, se desarrolla en esta misma zona y en esta misma época, incluso aparece un tal «Hernestway» llevando una ambulancia.
  • El Passo de San Boldo está a unos 50 km al sur de la presa de Vajont, mencionada ya en este blog al tratar la historia de la mecánica de rocas.

Más información:

Una última vista desde abajo:

 

Actualización Julio de 2011: Otro vídeo, esta vez con gran angular.

Esta entrada se ha convertido en una entrada “de fondo”. No tuvo muchas visitas en su momento (finales de agosto de 2010) pero poco a poco ha ido escalando posiciones hasta situarse entre las 10 más vistas del blog (y la más copiada, aunque ese es otro tema y merece ser tratado en otro momento).

Añado otro vídeo, aprovechando el gran angular que tiene la GoPro Hero. La subida dura 2:17 minutos y los túneles aparecen a partir del instante 1:30. El vídeo está acelerado al 500%, aunque el coche no debía ir muy rápido, porque la furgoneta que lo adelanta en el primer semáforo ya no vuelve a aparecer.

Vimeo no permite enlazar en alta calidad así que, si quieres verlo en HD tendrás que visitar la página.

Fomento hace público el Comité de Expertos para el Túnel de la Sagrada Familia

Y, de repente, todos los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos se han transmutado en Ingenieros Civiles

Comité de Expertos para el Túnel de la Sagrada Familia

El Ministerio de Fomento ha hecho pública la relación de expertos [pdf] que se va a encargar de estudiar el túnel del AVE bajo la Sagrada Familia de Barcelona, todos ellos nombres conocidos de la profesión que, curiosamente, parecen haber cambiado de titulación en estas últimas semanas. Hay que ver cuanto «Ingeniero Civil» ha aparecido de repente.

  • Rolf Katzembach (Doctor y Máster en Ingeniería Civil y profesor en la Universidad Técnica de Darmstadt, Alemania)
  • Mathias Vogler (Doctor y Máster en Ingeniería Civil por la Universidad de Darmstadt, Alemania, y miembro de la International Society for Soil Mechanics and Geotechnical Engineering y de la International Tunnelling Association)
  • Pere Roca (Doctor en Ingeniería Civil, miembro de Icomos y profesor de Métodos de Construcción en la Universidad Politécnica de Catalunya)
  • Wolfram Jäger (Doctor en Ingeniería Civil)
  • Felipe Mendaña (Doctor en Ingeniería Civil, Universidad de Madrid)
  • José Gómez Cabrera (ingeniero de Minas y experto en túneles)
  • Raúl Rodríguez (ingeniero civil, director del área de Rehabilitación y Patología de Intemac)
  • Justo Díaz Lozano (ingeniero civil, director de la división de Diseño de Proyectos de Intemac)
  • Daniel Arias (decano de la Facultad de Geología de la Universidad de Oviedo)
  • Eduardo Alonso Pérez de Ágreda (Doctor en Ingeniería Civil, profesor de Ingeniería Geotécnica en la UPC y miembro de la Real Academia de Ingeniería de España)
  • Alberto Ledesma (Doctor en Ingeniería Civil, profesor de Ingeniería Geotécnica en la UPC)
  • Ángel Aparicio (Doctor en Ingeniería Civil, profesor del departamento de Estructuras en la Universidad Politécnica de Catalunya)
  • Gonzalo Ramos (Doctor en Ingeniería Civil, profesor de Métodos de Construcción en la UPC)
  • Manuel Valdés (ingeniero civil, director de Infraestructuras del Ayuntamiento de Barcelona)
  • Antoni Gens (Doctor en Mecánica de Suelos, profesor del departamento de Tierras y Cartografía en la UPC)
  • Johan W. Bosch (ingeniero civil, profesor del departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Delft, Holanda)
  • Robert Mair (Doctor en Ingeniería Civil, profesor de Ingeniería Geotécnica en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, y jefe del departamento de Ingeniería Civil y Medioambiental)
  • Alfred Haak (Doctor en Ingeniería Civil, miembro del comité de STUVA)
  • Markus Thewes (Doctor en Ingeniería Civil, Universidad de Wuppertal, Alemania)
  • Xavier Flores (ingeniero civil, director general de Infraestructuras, Departamento de Política Territorial y Obras Públicas de la Generalitat de Catalunya)
  • Rafael Rodríguez (ingeniero civil, director de la Línea de Alta Velocidad Madrid-Barcelona-frontera francesa, Adif).
Lo dicho, ¿qué ha sido de la carrera de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, a la que pertenecen casi todos los integrantes españoles del comité?

¿Es un error del ADIF?

¿Es un error del Ministerio de Fomento?

¿Se ha aplicado la Ley Bolonia con retroactividad?

Es de suponer que se ha escrito así porque en inglés se dice «Civil Engineering» pero quien sea que haya redactado la nota se ha lucido porque, legalmente, la Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos y la Ingeniería Civil no son lo mismo…

Por cierto, un día de estos deberíamos empezar a plantearnos el cambio de denominación del título si queremos ser competitivos en el exterior, porque lo de «Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos» queda muy bien entre Portugal, Andorra y Gibraltar, pero fuera de ese contorno se usa «Ingeniero Civil», y eso nos va a pasar factura, más pronto o más tarde…

El inquietante RQD de Deere

[…] el comportamiento de una obra de ingeniería en una masa rocosa atravesada por discontinuidades viene seguramente más influenciado por el carácter de las superficies que la forman y por el tipo de material de relleno, que por la mera presencia de las discontinuidades.

Deere, Don U. 1963, «Technical Description of Rock Core for Technical Purposes».

La recuperación de un sondeo se define como el porcentaje de testigo obtenido respecto de la longitud total del sondeo, y aunque para sondeos en suelo es un parámetro muy útil, para sondeos en roca no se puede decir lo mismo, ya que en estos materiales la recuperación suele ser casi siempre muy alta.

Buscando un índice que discriminara algo mejor esa recuperación, Don U. Deere definió entre ¿1963? y 1967 su RQD, o Rock Quality Designation, como el porcentaje de recuperación de testigos de más de 10 cm de longitud (en su eje, y sin tener en cuenta las roturas debidas al propio proceso de perforación) respecto de la longitud total de sondeo.

Este es el esquema de su artículo de 1988, idéntico al que aparece en la norma ASTM D 6032-02:

RQD, Rock Quality Designation

Como suele pasar en geotecnia, lo que triunfa es lo cómodo y fácil de usar (que sea más o menos exacto, ya es otro tema) así que, en muy poco tiempo, el RQD pasó a formar parte de las clasificaciones geomecánicas más habituales, aunque se debe tener en cuenta que:

  • No sirve para suelos, por mucho que algunos se empeñen
  • Se desarrolló para rocas ígneas, por lo que falla bastante en rocas estratificadas
  • No debe tenerse en cuenta en el caso de roturas por desecación, retracción o tensiones longitudinales
  • Depende de la dirección del sondeo
  • Hay que saber usarlo con precaución

Bien, pues dicho todo lo anterior y a pesar de ser tan popular, si alguien se molesta en consultar el artículo publicado por Deere en 1963, «Technical Description of Rock Core for Technical Purposes [pdf, 7 MB]» comprobará que NO SE MENCIONA PARA NADA EL RQD y que, además, es citado erróneamente por casi todos los autores posteriores, desde Bieniawski hasta Barton, pasando por Hoek y Brown, que lo sitúan en 1964, error que persiste en la Wikipedia (al menos, en el momento de escribir esto, en marzo de 2010).

La historia completa aparece en una amena comunicación de 1985, de Elías García González, por aquella época Director de Obra Civil de INECO, con el acertado título de «Un parámetro geomecánico algo inquietante, el RQD [pdf, 2 MB]«, incluida en un «Simposio sobre el Proyecto de Túneles» que organizó Manuel Romana en la E.T.S. de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Valencia.

Se trata de una lectura muy recomendable para todo aquel que tenga curiosidad por saber cómo aplicar el RQD, cuál es su rango de validez y cómo influyó en el resto de clasificaciones geomecánicas posteriores, en la que se puede leer: «Por si puede aclararnos esta cuestión del verdadero origen del concepto RQD hace unos días escribimos a D. U. Deere, contándole lo esencial de esta historia«…

Curiosamente… tres años más tarde, en 1988, Deere publicó otro artículo titulado «The Rock Quality Designation (RQD) in Practice [pdf, 9 MB]» en el que dedicó los primeros párrafos a justificar por qué no aparecía el RQD en el artículo de 1963 y remarcando que la primera aparición publicada del RQD fue en 1967, con una nota al pie que dice «An incorrect reference inadvertently cited in this paper credited Deere with the introduction of RQD in his 1963 paper«.

¿Tuvo algo que ver la petición de Elías García con esta aclaración…?

A saber.

(Existe también cierta leyenda según la cual el RQD no lo desarrolló Deere sino uno de sus becarios, pero como sólo he oído noticias sueltas y jamás he visto nada por escrito pues… eso, por mi parte se queda en leyenda)

Para ampliar información:


Leonardo Zeevaert Wiechers, 1914-2010

No es habitual conocer al ingeniero de una obra, lo normal es conocer al arquitecto de prestigio que se lleva el mérito, en algunos casos de forma tan «inadecuada» que incluso tiene que pedir disculpas públicamente, como le ocurrió a Sir Norman Foster al «apropiarse» de la autoría del viaducto de Milleau, del ingeniero francés Michel Virlogeux.

En el ámbito de la geotecnia, el nombre de Leonardo Zeevaert, fallecido ayer martes (16-feb-2010) a los 95 años de edad, está unido a una cimentación, la de la Torre Latinoamericana de ciudad de México, un rascacielos de 183 metros de altura sobre un pésimo terreno y en zona sísmica… todo un reto que Zeevaert supo resolver mediante pilotes flotantes y que lleva ya más de 50 años en pie, superando durante este tiempo movimientos sísmicos de hasta 8,1 grados (escala Richter) en el terremoto de septiembre de 1985.

Torre Latinoamericana, de Leonardo Zeevaert

Leonardo Zeevaert Wiechers estudió Ingeniería Civil en la Universidad Autónoma de México, posteriormente amplió su formación cursando estudios de posgrado en el MIT, con Donald Taylor y, ya más tarde, con Karl Terzaghi. Fue el primer profesor de Mecánica de Suelos e Ingeniería de Cimentaciones de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, fundador y primer presidente de la Sociedad Mexicana de Mecánica de Suelos (entre 1954 y 1968) y vicepresidente de la Sociedad Internacional de Mecánica de Suelos entre 1961 y 1965. Desde 1986 era profesor emérito en la UNAM.

Como decía en una entrevista del año 2005“Algunos jóvenes estudiosos no saben lo que cuesta, en tiempo y esfuerzo, perfeccionarse en la práctica profesional. Yo les digo que a mis noventa años de una vida de estudio y dedicación, todavía no puedo decir que domino la materia a la perfección”.

Más información:

Leonardo Zeevaert (wikipedia)

La Torre Latinoamericana (wikipedia)

EJGE Hall of Fame of Geotechnical Engineers (en español)

La Torre Latinoamericana, construcción y comportamiento

La Torre Latinoamericana, álbum de construcción

Como curiosidad, en la versión del 2008 de la película «The day the earth stood still» (traducida como «Ultimátum a la Tierra» o «El día que la tierra se detuvo», según países), la Torre Latinoamericana también recibe su preceptiva dosis de destrucción, tan habitual de este tipo de películas.

Un vistazo al laboratorio de mecánica de suelos de Karl Terzaghi en 1935

Dicen que el hambre agudiza el ingenio, que la necesidad es la madre de la invención y que en tiempo de guerra todo hoyo es trinchera (claro que también decían que la vivienda nunca bajaría y que alquilar era tirar el dinero). Dichos aparte, algo de cierto hay en que la necesidad aviva el ingenio. En la imagen se puede ver el laboratorio de mecánica de suelos de Karl Terzaghi en el Technische Hochschule de Viena, preparado por el propio Arthur Casagrande un año antes del primer Congreso de Mecánica de Suelos e Ingeniería de Cimentaciones, celebrado en Harvard en junio de 1936.

Laboratorio de mecánica de suelos de Karl Terzaghi en 1935

Poco tiempo después, tras una confusa discusión con Albert Speer y el propio Adolf Hitler sobre la cimentación de los nuevos edificios del Tercer Reich, Terzaghi decidió hacer las maletas y asentarse definitivamente en Harvard [aunque esa es su versión, claro, según otros esa discusión nunca tuvo lugar, sólo lo dijo por presumir y si se marchó fue para olvidar el «escándalo Fillunger», mayormente].

Es increíble que esta gente, con cuatro aparatos primitivos, casi prototipos, fuera capaz de entender el comportamiento del suelo y hoy en día, 75 años después, cuando cualquier laboratorio comercial de geotecnia está muchísimo mejor equipado, algunos no sean capaces de hacer bien un simple edómetro.

Y es que, como diría un actor porno, no basta con tener el equipo, también hay que saber usarlo.

La foto está sacada de aquí