Manual de caracterización geotécnica FHWA NHI-01-031

Tenía pendiente hablar por aquí de este interesante «manual de caracterización geotécnica», el Manual on Subsurface Investigations: Geotechnical Site Characterization, editado por el National Highway Institute de la Federal Highway Administration de los EE. UU. (código completo FHWA NHI-01-031), carencia que corrijo de forma inmediata.

El manual forma parte de un curso oficial de ingeniería geotécnica y cimentaciones, y cuenta con un índice muy completo: geofísica, ensayos de campo (SPT, CPT, CPTu, vane, dilatómetro, presiómetro), ensayos de laboratorio en rocas (brasileño, corte directo, durabilidad, slake), ensayos de laboratorio en suelos (triaxial, corte directo, compresión simple) y una sección muy completa sobre la interpretación de resultados teniendo en cuenta la influencia del OCR, modelos de estado crítico, etc.

Personalmente, me gustan mucho las figuras y las gráficas de este texto (en color, además). Destacaría dos tipos de gráficas, especialmente: las que muestran cómo varían las propiedades según el tipo de terreno; y las de correlaciones, que incluyen los valores reales junto a las curvas de ajuste, un detalle del que deberían aprender muchos libros.

Resumiendo, un texto muy bueno, que todavía me gustaría más si no tuviera los títulos y las gráficas en un peculiar tipo de letra… si, lo habéis adivinado, ¡¡ Comic Sans !!

Manual on Subsurface Investigations: Geotechnical Site Characterization (pdf – 16 MB)

(Hay un error en la página 10.27, la página correcta está aquí)

Por cierto, el primer autor, Paul W. Mayne, también es de los que opina que habría que jubilar ya el polivalente y correlacionable ensayo SPT

Ensayo SPT, ¿basta con un número para tenerlo todo?

Ensayo SPT, ¿permite obtener cualquier parámetro del suelo?

Recuerdo que en el blog están disponibles las Geotechnical Engineering Circulars del FHWA, incluyendo las dos últimas, sobre pilotes perforados, y sobre muros de tierra armada y suelo reforzado.


Jiménez Salas: «El Método Científico y la Geotecnia»

«El Método Científico y la Geotecnia«, de José Antonio Jiménez Salas, se publicó en el número 104-2 (marzo-abril de 1993) del Boletín Geológico y Minero como resumen de una conferencia impartida en Oaxaca en 1982, titulada «El lugar de la Geotecnia en el Panorama de la Ciencia«, con motivo del 25º Aniversario de la Sociedad Mexicana de Mecánica del Suelo (la actual Sociedad Mexicana de Ingeniería Geotécnica).

El artículo, breve pero intenso, repite temas sobre historia de la geotecnia presentes en textos anteriores, añadiendo algún que otro detalle nuevo, como que el primer laboratorio de geotecnia de Karl Terzaghi en Constantinopla estaba hecho con material de las cocinas, criticando así a los que se quejan por no tener el equipo necesario (no quiero saber lo que diría de los que compran un aparato y luego no saben interpretar sus resultados).

El texto incluye también críticas contra los anticuados sistemas empiristas, enfocados únicamente a resolver puntuales problemas concretos ignorando la comprensión del fenómeno general; y los modernos y complicados sistemas conceptuales, tan exclusivos de las arcillas azules, las arenas limpias y las roturas circulares que, paradójicamente, ante un problema real con un suelo real, obligan a utilizar las soluciones empiristas, entrando así en un bucle sin fin (todavía vigente a dia de hoy, me temo).

 

Llegado este punto, conviene añadir algo. Cuando a uno le interesa la historia de la ciencia, tarde o temprano termina por interesarse por la filosofía o epistemología de la ciencia. Llegado ese momento, todo va a peor, porque cada teoría corrige la anterior verificando algo nuevo, y cuando apenas crees entender a Popper o Kuhn, llegan Lakatos, Feyerabend, Bunge y Merton a marear la perdiz, todos ellos explicando lo anterior a base de complicar lo posterior… vamos, que al final terminas pensando que vivias mucho más tranquilo en la ignorancia.

¿Por qué lo digo?

Porque al principio del artículo dice que es un resumen de una conferencia impartida en 1982, pero si alguien ha leído la conferencia de ingreso de J. A. Jiménez Salas en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales que puse por aquí el verano pasado, fechada también en 1982, comprobará que, si, de acuerdo, los dos textos son del mismo año y hablan de las mismas cosas, pero desde el punto de vista epistemológico no coinciden. El discurso de ingreso se adhiere a las tesis de Kuhn y su modelo de paradigma, sin embargo, esta otra conferencia no sigue ningún planteamiento concreto, es más, incluso añade dos citas sobre la conveniencia de no hacerlo:

«Las condiciones externas que se manifiestan por medio de los hechos experimentales no le permiten al científico ser demasiado estricto en la construcción de su mundo conceptual mediante la adhesión a un sistema epistemológico. Por eso tiene que parecer ante el epistemólogo sistemático como un oportunista sin escrupulos…»

– Einstein (1951)

«Un científico que desee maximizar el contenido empírico de los puntos de vista que sustenta y que quiera comprenderlos tan claramente como sea posible, tiene que introducir, según lo dicho, otros puntos de vista; es decir, tiene que adoptar una metodología pluralista […] El conocimiento es un océano, siempre en aumento, de alternativas incompatibles entre si.»

– Feyerabend (1981)

 

Pulsando en el icono inferior puede descargarse el archivo. Una vez descargado y leído (son seis páginas), dejo a consideración de la inteligente audiencia del blog decidir qué pudo causar este cambio de planteamiento.

 

El Método Científico y la Geotecnia, J. A. Jiménez Salas«El Método Científico y la Geotecnia«, J. A. Jiménez Salas [pdf – 471 KB]

¡¡ Feliz cumpleaños, montmorillonita y bentonita !!

Wilbur C. Knight, en 1898


El bosque de Skund […] era el único bosque en todo el universo que se llamaba, en el idioma local, «Tu Dedo, Idiota», pues tal es el significado literal de la palabra Skund.
El motivo de esto es, por desgracia, de lo más vulgar. Cuando los primeros exploradores procedentes de las tierras cálidas alrededor del Mar Circular se adentraron en las gélidas llanuras interiores, rellenaron los huecos de sus mapas por el sistema de agarrar al nativo más cercano, señalar hacia algún punto geográfico distante, hablar en voz muy alta y clara, y escribir cualquier cosa que les dijera el risueño interrogado. Así, generaciones de atlas inmortalizaron rarezas geográficas como «Pues Una Montaña», «No Lo Sé», «¿Cómo Dices?» y, por supuesto, «Tu Dedo, Idiota».
Nubes ominosas se arremolinaron en torno a la cumbre pelada del monte Oolskunrahod («¿Este Imbécil Nunca Ha Visto Una Montaña o Qué?»)
Terry Pratchett, La Luz Fantástica (1986)

 

Es vox populi que vox populi significa «la voz del pueblo», que canguro significa, en realidad, «no lo sé» y que Yucatán quiere decir, en el idioma local, «no le entiendo», siendo estos dos ejemplos una prueba fehaciente de que la ficción de Sir Terence Pratchett, por cómica que resulte, tiene muy poco que hacer ante la cruda realidad. Los nombres de las cosas se ponen preguntándole al nativo, y si no hay nativo, se dedican o se inventan.
 
Pues bien, ya que hablamos de nombres, comunico a la peculiar audiencia de este no menos peculiar blog que, justamente hoy, 16 de noviembre de 2011, se celebra el cumpleaños nominal de un mineral, la montmorillonita, que cumple 164 años, y con una probabilidad de acierto del 0,274% (más o menos), el cumpleaños también nominal de la arcilla compuesta por ese mineral, la bentonita, que ya tiene 113 añitos.
 
¿No te lo crees?, sigue leyendo, alma descreída.
 
En el caso de la montmorillonita se sabe incluso el día exacto de su bautizo no oficial, fue el 16 de noviembre de 1846, en una sesión de la Societé Géologique de France en la que Lubin Mauduyt (1782-1870), director del Instituto de Ciencias Naturales de Poitiers (Museo, según otras fuentes), comunicó el descubrimiento en Maison-Dieu, cerca de Montmorillon (Francia), «de una sustancia que, aún sin asegurar que fuese inédita, no había podido relacionar con las descritas en los tratados de mineralogía consultados» y que, en contacto con el agua «se convierte en una especie de pasta que al cabo de cierto tiempo se hace en parte gelatinosa«.

El artículo lleva por título «Un mot sur un morceau de quartz d´une variété particulière, ainsi que sur une substance minérale trouvée dans le department de la Vienne», así que es muy probable que todo lo anterior lo dijera en un perfecto y gutural francés del s. XIX.

Mauduyt propuso llamar a esta sustancia montmorillonniste, aunque tuvo que esperar tres años para ver reconocido su descubrimiento, porque primero fue clasificada como confolensita, más tarde como haloysita, y hasta 1850 no se denominó oficialmente, montmorillonita, término propuesto por Damour y Salvetat, encargados de estudiar la nueva sustancia.


Estrictamente deberían ser 165 años, pero como el artículo se publicó en el boletín de 1847 y lo escrito es lo que cuenta, lo dejaremos en 164 años. 

Retrato de Lubin Mauduyt

 
Por su parte, la bentonita también cambió de nombre un par de veces. En 1830, un trampero franco-canadiense llamado Emile Pascal comprobó que los indios la usaban como jabón, grasa, impermeabilizante e incluso comida, así que decidió explotarla con el original nombre de pascalita (como trampero sería buenísimo, pero escogiendo nombres era de lo más típico). 

Unos años después, en 1888, el mayor productor de pascalita de la zona era un tal William Taylor, de Rock Creek, que la vendía con fines cosméticos con el nombre de… ¿lo adivináis?, ¡¡ correcto !!, taylorita. Otras fuentes dicen que recibió el nombre por encontrarse en grandes cantidades en el Rancho Taylor, pero teniendo en cuenta que Rock Creek tenía 91 habitantes por aquel entonces, es muy probable que el rancho fuera del propio Taylor, así que todo queda en casa. 

Sin embargo, este nombre no iba a ser tampoco el definitivo, porque cuando Wilbur Clitont Knight (1858-1903), profesor de geología en Wyoming, se dispuso a estudiar la taylorita, comprobó que el nombre ya estaba en uso. ¿Qué hacer entonces?, pues como en esto de poner nombres interesa que la aplicación sea biyectiva, que si no es un jaleo, Knight fue expeditivo. En Fort Benton (Montana, EEUU) había grandes depósitos de ese “material” y la población se llamaba así desde hacía poco tiempo (hasta 1850 se llamó Fort Lewis) así que no había posibilidad de error, escogió el nombre de bentonita y lo comunicó por escrito en un artículo del Engineering and Mining Journal de 1898 titulado “Description of Bentonite, a new variety of clay”.

O sea, que la bentonita como tal cumple 113 años.

Ah, por cierto, Rock Creek tenía dos comercios en 1888, uno era el de William Taylor, el otro pertenecía a Charles… Clay (arcilla), vamos, que todo queda en casa. 
 

Wilbur C. Knight, en 1898Wilbur Clitont Knight en 1898, quizá pensando en el asunto

 
 
Todo el que quiera ampliar la información queda remitido a este artículo de la Revista de Obras Públicas de junio de 1997 escrito por Leopoldo Bisbal -al que aprovecho para saludar-, y a este otro de 2006, “Mythique montmorillonite” que, como su nombre ya permite sospechar, está en francés, aunque no añade nada novedoso.
 
Una lástima que estas cosas no se pregunten en el Trivial, ¿verdad?

Jiménez Salas: «Aportaciones científicas españolas a la Geotecnia»

“los hallazgos científicos son pájaros montaraces que no gustan de venir a comer a las manos institucionales, por próvidas que éstas se muestren.” (página 60)

En marzo de 1982, José Antonio Jiménez Salas ingresaba en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales con el discurso que adjunto hoy aquí, titulado “Aportaciones científicas españolas a la Geotecnia”.

Jiménez Salas – Aportaciones científicas españolas a la Geotecnia

El discurso no se limita a las aportaciones nacionales, realmente, sino que compone un interesante resumen histórico de toda la disciplina, ampliando algunas cuestiones que ya aparecían en el enciclopédico “Geotecnia y Cimientos” como, por ejemplo, que las memorias de Coulomb sobre el empuje de tierras eran un intento meritorio de evitar que lo volvieran a destinar a las malsanas colonias (ya tenían las reglas empíricas de Vauban, ¿por qué iban a cambiarlas por las complicadas fórmulas de un jovencito desconocido?); que a Collin no le hicieron ni puñetero caso cuando insistía en la importancia de la cohesión; o que Rankine, Boussinesq y Prandtl ni siquiera se planteaban que sus teóricos resultados tuvieran que corresponderse con el comportamiento real del suelo. Vamos, que como dice en el discurso, hablando de Reynolds:

“[…] ni él ni ningún otro de los autores que hemos citado alumbró la Mecánica del Suelo, aunque proporcionaran materiales muy valiosos para construirla. Sus incursiones en estos dominios lo que demuestran es que la Geotecnia era en aquel entonces un terreno vago, científicamente vacío, por el cual cruzaban, casi indiferentes, estos ilustres transeúntes, en su camino hacia sus verdaderas ocupaciones.”

El estilo del discurso recuerda (e incluso cita) a Kuhn en los primeros párrafos, pero muy pronto eleva el vuelo -y el nivel- y pasa a convertirse en un “estado del arte” de gran parte de la investigación geotécnica española hasta 1982. Ha pasado el tiempo desde aquel año del Mundial y Naranjito, pero no por eso deja de ser interesante saber qué se hacía por aquella época, porque lo cierto es que la mayoría de textos y artículos que cita el discurso son casi imposibles de conseguir hoy en día, fuera de la universidad.

 

Como el texto no tiene un índice, enumero aquí la página en la que se trata cada tema (respetando la numeración a pie de página del documento original):
9 – La Geotecnia
16 – Teorías del estado límite
25 – La respuesta hiperbólica
26 – La respuesta armónica
27 – El suelo como semisólido particulado
29 – La anisotropía
29 – Factores fisicoquímicos en las propiedades mecánicas de la arcilla
31 – Las presas de materiales sueltos
33 – La permeabilidad y la dispersividad
34 – Efectos sísmicos sobre las presas de materiales sueltos
35 – Otros problemas relativos al efecto sísmico
36 – La teoría endrocrónica
37 – Ensayos cíclicos
37 – Los suelos semisaturados
42 – Consolidación de suelos semisaturados
42 – El colapso
44 – Modelo matemático de suelo semisaturado
44 – Las rocas colapsables
45 – La mecánica de las rocas
47 – Las zonas de cizallamiento
48 – Alteración de las rocas
49 – El terreno como conjunto aleatorio
50 – El modelo geotécnico y el modelo geológico
52 – Papel de la geoestadística
54 – La estabilidad de taludes en terrenos naturales
54 – Métodos deterministas. El método variacional de Castillo y colaboradores
57 – La estabilidad de taludes como problema estadístico
59 – La estabilidad de taludes como factor en el nacimiento de la mecánica del suelo
62 – Los medios fundacionales de la mecánica del suelo

Eduardo Alonso: «Las catástrofes y el progreso de la geotecnia»

He puesto ya por aquí dos discursos inaugurales de la Real Academia de Ingeniería, el de Aforismos Estructurales, de Javier Rui-Wamba (1998) y el de Uniones en Estructuras de Madera, de Ramón Argüelles (2010), creo que es hora de enlazar uno sobre geotecnia, el de Eduardo Alonso Pérez de Ágreda sobre Las Catástrofes y el Progreso de la Geotecnia del año 2005, todo un disfrute de lectura si, como a mi, te gustan la geotecnia y la historia a partes iguales.

Alonso, profesor en la ETSICCP de la UPC, disecciona de un modo notable tres paradigmas clásicos de la mecánica de suelos: la ley de resistencia a esfuerzo cortante de Coulomb (s. XVIII), el principio de tensiones efectivas de Terzaghi (~1936) y el modelo de estado crítico (~1968), aprovechando el recorrido histórico para estudiar algunas catástrofes (entendiendo por catástrofe algo no previsto) en las que estos tres paradigmas tienen algo que decir.

Los casos analizados son:

  • 1959 – La rotura de la presa bóveda de Malpasset (Francia)
  • 1963 – El desastre de Vaiont (Italia)
  • 1976 – La rotura de la presa de Teton (USA)
  • 1978 – El deslizamiento de Rissa (Noruega)
  • 1985-88 – La reactivación del deslizamiento de Cortes de Pallás (Valencia)
  • 1998 – La rotura de la presa de Aznalcóllar (Sevilla)
  • y los asientos diferidos de la catedral de México y la Torre de Pisa.

Deslizamiento de Cortes de Pallás, Valencia Vista aérea del deslizamiento de Cortes de Pallás, Valencia (Iberpix)

Las catástrofes y el progreso de la geotecnia. Eduardo AlonsoLas Catástrofes y el Progreso de la Geotecnia. Eduardo Alonso [pdf – 1,48 MB]

 

Como único aspecto negativo hay que decir que la calidad de las imágenes deja bastante que desear, como también le ocurría al discurso de Javier Rui-Wamba, ¿es el precio a pagar por disponer del documento gratis o quizá sólo un simple error a la hora de compilar el pdf?, ni idea, pero si alguien está interesado, también puede comprarlo en papel.