[Aviso. No voy a entrar en el comportamiento de los fangos no-newtonianos ni en los delicados matices del sifonamiento en las arenas, me voy a centrar en el caso más simple de las arenas movedizas, el del principio de Arquímedes, simplemente]
Todo el mundo entiende (con mayor o menor esfuerzo) el principio de Arquímedes: “Todo cuerpo sumergido en un fluido en reposo experimenta un empuje hacia arriba igual al peso del volumen desalojado”.
Para flotar es necesario que ese empuje hacia arriba (↑) coincida con nuestro peso hacia abajo (↓), y para ello debemos desalojar (o sumergir) un volumen equivalente a nuestro peso, que en el caso del agua, viene a ser casi todo el cuerpo hasta la nariz, en posición vertical.
Evidentemente, si el fluido es más denso que el agua, pesa más y no hará falta desalojar tanto volumen, es decir, que en un fluido más denso que el agua se flota más. Por tanto, al ser las arenas movedizas más densas que el agua, ES IMPOSIBLE HUNDIRSE DEL TODO EN ARENAS MOVEDIZAS. Si “casi” flotamos en agua, todavía flotamos más en arenas movedizas, no te puedes hundir, es un hecho.
Vale, pero entonces, ¿por qué tienen las arenas movedizas esa mala fama?
Pues porque esa mala fama es real, no puedes hundirte ni desaparecer “engullido” como en las películas, pero si puedes quedarte medio hundido sin poder salir, y si no te ayudan es muy probable que mueras de agotamiento, hambre, sed, insolación, frío o aburrimiento, y no sólo tú, también tu caballo.
Y no exagero, estas imágenes del siempre riguroso DailyMail, vistas ayer en menéame, muestran lo que le pasó a un caballo que se quedó medio hundido, y el disgusto de su dueña, que veía la marea cada vez más cerca. Al final todo terminó bien, pero las tres horas del susto no se las quita nadie. Esa es la verdadera razón de la mala fama de las llamadas “arenas movedizas”, y no lo que nos ha contado Hollywood.
La noticia con la secuencia completa de fotografías aquí.
Otro día trataremos cuestiones más técnicas, hoy simplemente he querido aprovechar las fotografías para ilustrar la parte “agotadora” del problema, si tienes mucho interés, te recomiendo las cinco entradas que GeoJuanjo tiene sobre el tema.
Lo que no entiendo es por qué (tanto en las películas como en la imagen) suele tratarse de zonas concretas, del orden de metros cuadrados, en vez de lugares más o menos extensos.
¿Alguna aclaración?
Depende del tipo de fenómeno, si se trata de fangos, normalmente son zonas «colgadas» en las que la humedad condiciona mucho la extensión, zonas pequeñas y de no mucho espesor, del orden de un par de metros como mucho (siempre generalizando, por supuesto); si hablamos de sifonamientos ya se complica todo en función del flujo ascendente que se pueda desarrollar, el caso extremo serían las licuefacciones durante los sismos.
Iré tratando el tema, poco a poco. En esta entrada me quería centrar, sobre todo, en el problema de quedarse «atrapado», muchas veces se piensa en un «ahogamiento», y el problema es mucho más simple, aunque igual de peligroso, claro.
Gracias por el comentario.