Supongo que a estas alturas ya sabéis que el nuevo borrador (diciembre de 2012) del anteproyecto de «Ley de Servicios Profesionales» extiende la reserva de actividad de la edificación a las ingenierías competentes. Si, lo que lees, los ingenieros «vamos» a poder firmar edificación (y entrecomillo el «vamos» porque sigue siendo el segundo borrador de un anteproyecto, o sea, que no hay nada en firme todavía).
He aquí la presentación del borrador, de fecha 20 de diciembre (el archivo pdf está generado el 28 de diciembre, pero no parece una inocentada).
Las reacciones no se han hecho esperar. Según el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectura de España:
«extender la reserva de actividad de la arquitectura a todas las ingenierías […] conllevaría su práctica desaparición, así como la destrucción de la arquitectura en nuestro país.» [Fuente]
Mientras que el Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Industriales replica con un:
«[…] como si el uso al que va a ser destinado el edificio fuera relevante a la hora de establecer la complejidad técnica en la fase de proyecto o de ejecución.» [Fuente]
Ambas declaraciones son más que discutibles. Decir que la arquitectura va a desaparecer es alarmista y exagerado, aunque quizá sí tengan que hacerlo quienes viven de los que se dedican a la arquitectura (es complicado, pero sé lo que me digo, léelo despacio). Por otro lado, me parece poco afortunado el escrito del COII, una cosa es decir que el uso no justifica una reserva de actividad y otra afirmar que el uso no es relevante. No, tampoco es eso.
La persona humana que hay detrás de este blog (servidor de usted), ha trabajado algunos años en edificación, que no arquitectura. En control de calidad, un tema sobre el que se podría escribir mucho (no siempre bueno), y en geotecnia, haciendo estudios geotécnicos y peritaciones en todo tipo de patologías relacionadas con el terreno, vamos, que conozco la parte «subterránea» del sector.
He tenido la suerte de trabajar con buenos y malos arquitectos, lo que aumenta todavía más la percepción relativa de unos sobre otros. Enfatizar lo negativo sobre lo positivo es un sesgo cognitivo de libro, así que me limitaré a hablar de los buenos arquitectos, profesionales que han trabajado como negros (nunca mejor dicho) para otros arquitectos y una vez establecidos por su cuenta siguen discutiendo y peleando planos, cuantías y lo que venga, agobiados por una maraña de normativas y leyes contradictorias entre sí, ansiosos por utilizar técnicas y materiales que los constructores se niegan a colocar (mucho menos pagar) y conscientes de ser los responsables si pasa algo.
Y no sé los demás, pero los que yo he tratado están hasta las mismísimas narices de la dichosa fama de “artistas”.
Se atribuye a Billy Wilder la frase «Austria ha conseguido convencer al mundo de que Beethoven era austríaco y Hitler era alemán«. Con la arquitectura ha pasado algo parecido. Políticos y constructores han conseguido que todas las culpas recaigan sobre los arquitectos, quedando ellos libres de todo mal. Existen culpables, por supuesto, pero no es justo juzgar el todo por la parte. Presenta a un arquitecto y la gente verá un «artista», jamás un profesional puteado.
Mi intención era continuar esta entrada con una recopilación de lo que se estaba escribiendo sobre el tema para analizar qué preocupa a cada quién, pero «Con Sentido (y) Crítico» se me ha adelantado con cuatro completas y detalladas entradas sobre «Lo que se dice sobre la #LSP: La perspectiva desde la«:
Leídos los enlaces, yo sigo pensando que todo esto responde a una mera motivación económica llamada «visado», es más, no me quito de la cabeza esa conocida cita de Adam Smith, de hace más de 200 años:
“Gente del mismo oficio rara vez se reúne para alegrarse o divertirse sin que la conversación termine en una conspiración contra el publico o en alguna estratagema para subir los precios”.
Visto lo visto (y en caso de que no haya más borradores), creo que los arquitectos tienen Arquitectura (con A mayúscula) para rato. Si todos podemos hacer de todo, alguien sobrará, efectivamente, pero no serán los arquitectos…