El terremoto del 3 de septiembre pasado en Christchurch, en la isla sur de Nueva Zelanda, ha pasado sin pena ni gloria por los informativos, pese a haber alcanzado una magnitud de 7,2 Mw (escala de magnitud de momento o MMS).
Nueva Zelanda es un país peculiar, tiene una intensa actividad sísmica pero también una gran tradición de construcción con madera y adobe (casi el 90% de las viviendas residenciales), por lo que cuenta con normativa de construcción antisísmica desde hace años, normativa que parece haber funcionado, ya que no ha habido víctimas mortales.
Por desgracia, los informativos consiguen más audiencia si hay imágenes «morbosas»… ergo, no ha sido un terremoto tan ”mediático» como otros.
Una fotografía de Rob Griffith para Associated Press, vista en Photos of the Day
Los primeros estudios se han centrado en averiguar por qué los movimientos observados en superficie no se corresponden con las fallas conocidas, más que nada porque eso indicaría que la estructura de la zona es todavía más compleja de lo que se pensaba. Como han dicho: «hasta el sábado pasado nada hacía pensar que hubiera una falla activa justo ahí«.
Una de las cosas que más me ha sorprendido cuando buscaba información ha sido esta interesante vista aérea a lo largo de 22 km de fracturas, con desplazamientos horizontales de 4 metros y saltos verticales de hasta 1,50 metros, todo ello en calidad 1080p:
Y así ha quedado la ciudad más afectada, Christchurch, a 30 km del epicentro (70 km según otras fuentes):
Más información:
– CNN
– El País