“Sebastián de Covarrubias, en su libro de la Lengua Castellana de 1611, llama ingeniero «al que fabrica máquinas para defenderse del enemigo y ofenderle». Términos parecidos se recogen en el Diccionario Castellano de Terradas de 1786 o en las acepciones de la Real Academia Española, desde su cuarta edición de 1803, en la que se introduce el término por primera vez, hasta la decimotercera de 1884 en que como acepción única de Ingeniería aparece «arte que enseña a hacer y usar las máquinas y trazas de guerra», definición que también recoge el Diccionario Espasa-Calpe en su edición de 1922. No sin cierto asombro, hay que esperar a las ediciones de la RAE del siglo XX, para encontrar la definición de ingeniero separada de su exclusiva aplicación a la Defensa”.
Acostumbrados a tantas ramas distintas de la ingeniería (Minas, Caminos, Naval, Industrial, etc.), muchas veces se olvida que todas ellas surgieron de un tronco común, una «ingeniería» sin apellidos que hasta principios del siglo XVIII tuvo un propósito estrictamente militar. Así fue hasta 1718, año en el que Felipe V dicta una Real Ordenanza a sus ingenieros (militares) dando prioridad a la construcción de obras públicas para el «beneficio universal de los pueblos», una vez terminada la Guerra de Sucesión.
Unos años después, en 1779, se crea la sección de «Caminos, Puentes, Edificios de Arquitectura Civil y Canales de Riego y Navegación», todavía dependiente del estamento militar bajo el mando de Francisco Sabatini (con el título de Director Comandante), y en 1799 el «Cuerpo de Ingenieros de Caminos y Canales», tras lo cual funda Agustín de Betancourt la Escuela de Ingenieros de Caminos y Canales en 1802, a semejanza del modelo francés, título que llega a nuestros días como «Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos» y que muchos países han mantenido como «Ingeniería Civil».
Es de suponer que la «nueva» ingeniería causó buena impresión, porque apenas unos meses después, en 1803, se aprueba la Ordenanza que separa las funciones de los ingenieros militares y los ingenieros de caminos, estableciendo que sean estos últimos los responsables de las obras públicas de carácter civil. Alea jacta est. El cambio del ingeniero militar al ingeniero de caminos/civil queda formalizado.
Pese a la Ordenanza, y como indica la cita, hubo que esperar hasta el siglo XX para encontrar una definición no militar de ingeniería en el diccionario de la RAE, y de eso trata justamente este discurso de ingreso en la Real Academia de Ingeniería del año 2002. Con el título de «La Lanza y el Escudo. La Ingeniería de Sistemas de Defensa«, el general Ricardo Torrón Durán proporciona un resumen de la ingeniería militar española como germen del resto de ingenierías posteriores así como un apunte de la evolución del conocimiento sistémico a lo largo de los últimos siglos, en el que se puede comprobar que la Lógica Cartesiana, el Análisis de Sistemas, la Investigación Operativa, la Prospectiva o las Tecnologías de la Información también han ido pasando del ámbito militar al civil.
“La Lanza y el Escudo. La Ingeniería de Sistemas de Defensa”. Ricardo Torrón Durán. 2002 [pdf – 531 KB]