– ¿Qué problema tienen los pilotes?
– ¿Los pilotes?, ninguno, si funcionan muy bien.
– Vale, pero si buscamos fallos, ¿qué problemas pueden tener los pilotes?
– Hombre, si nos ponemos así, a ver, deja que piense…
– El izado de la armadura, si es hormigonado.
– El izado de todo el pilote, si es prefabricado.
– Que se hormigone mal, o haya derrumbes o lavados durante el hormigonado.
– Que la armadura no entre y se quede a medias.
– Romper la punta al hincarlo, si no lleva una
punta de Oslo o no se ha protegido bien.
– Que no entre porque el estudio geotécnico se curó en salud y el terreno no es tan malo.
– Que se hunda hasta el fondo porque el terreno es mucho peor de lo que se pensaba.
– Que se queden cortos.
– Que sufra rozamientos negativos no previstos.
– Que pilles una ruina romana justo debajo… a un amigo le pasó.
– Que rompas una conducción de agua, también le paso a un amigo.
– ¿El mismo de antes?
– Si, es un gafe que no veas.
– Vale, pero dejando a un lado el izado, el hormigonado, los derrumbes, la punta, los estudios geotécnicos mal hechos, el rozamiento negativo, las ruinas romanas, las conducciones de agua y los amigos gafes… ¿qué otro problema podemos tener con los pilotes… especialmente a nivel estructural?
– Pues, no sé, a nivel estructural, dices… ¿los esfuerzos laterales, quizás?
– ¡¡ Correcto !!
Bien, con esta referencia nada velada a los clásicos, presento una nueva comunicación del National Cooperative Highway Research Program (NCHRP) con el título de “Design Guidelines for Increasing the Lateral Resistance of Highway-Bridge Pile Foundations by Improving Weak Soils”, que podría traducirse -grosso modo- por «Guía para incrementar la resistencia lateral de cimentaciones pilotadas de puentes mejorando el suelo».
El texto plantea una cuestión interesante. Cuando se cimenta un puente mediante pilotes, los esfuerzos laterales (por empujes, impactos, sismos, tráfico, viento, etc), suelen resolverse aumentando el diámetro de los pilotes pero, ¿es el único método?
– ¿sería más efectivo mejorar el suelo?
– ¿sería más económico?
– ¿cuándo debería hacerse, antes o después de cimentar?
– ¿qué tipo de mejora daría el resultado óptimo, compactación dinámica, columnas de grava…?
– ¿qué dimensiones debería tener esa zona mejorada?
– ¿hasta qué profundidad debería mejorarse el terreno?
– ¿se ha probado ya, existen datos?
– ¿cómo se estudiaría el comportamiento del terreno, como un empuje pasivo?
– ¿se puede calcular de forma analítica o hay que usar modelos de elementos finitos?
Como ya habréis imaginado por el título, el texto está en inglés y en unidades americanas, pero estoy seguro de que el interesado sabrá entresacar lo más importante. Es un archivo pdf de 118 páginas y 6,70 MB al que podéis acceder pulsando en la portada superior, en este enlace, o en el icono inferior, lo que más os guste.