Clientes Challenger, gerentes Thiokol y técnicos Feynman

Los que ya tenemos una edad lo vimos «casi» en directo, los demás seguramente lo habréis visto en esos recopilatorios de desastres que tanto gustan en televisión, el 28 de enero de 1986, tan solo 73 segundos después de despegar, el transbordador espacial Challenger «combustionó» (realmente no explotó) en 100.003 pedazos, tres muy gordos y cien mil más pequeños.

Tras la investigación posterior, el desastre del Challenger ha pasado a convertirse en uno de los mayores ejemplos de falta de ética y pésima gestión en ingeniería.

Los ingenieros de Morton Thiokol, la empresa que fabricaba los cohetes propulsores, sabían perfectamente que por debajo de 12º C las juntas tóricas daban problemas. Estaban diseñadas para trabajar a altas temperaturas y esos días estaba haciendo más frío del esperado (-2º C esa misma noche). Además, como los tanques de combustible se reutilizaban, habían comprobado de primera mano que en una de las misiones anteriores (la Discovery de enero de 1985) ya había faltado muy poco para que se produjera el desastre.

El problema es que ese «inconveniente meteorológico» era el único paso del protocolo que no se cumplía, llevaban seis días de retraso, ya sólo la CNN se comprometía a retransmitir el lanzamiento y nadie parecía estar interesado en otro «emocionante» vuelo del transbordador.

¿Qué ocurrió entonces?

Pues lo que suele pasar cuando alguien insiste mucho, que el protocolo «pasos a seguir para asegurar la viabilidad del lanzamiento» pasó a convertirse en «a ver, tú, el ingeniero, demuéstrame que esa puñetera junta va a fallar, listo«, y eso que según la NASA, las probabilidades de accidente durante el lanzamiento eran de 1/438 (riesgo aceptable, según ellos).

Dice el refrán «si no quieres polvo, no vayas a la era«. En Morton Thiokol, el refrán sería «si no quieres que te lleven la contraria, no tengas buenos ingenieros«. La situación previa al lanzamiento era muy tensa, por un lado, los ingenieros negándose, por otro, la NASA presionando, y en medio, un gerente agobiado, sospechoso de haber conseguido la contrata «a dedo«, y sometido a investigación.

Al final, pasó lo que tenía que pasar, el gerente de Morton Thiokol cedió a las presiones de la NASA, desoyendo a sus ingenieros, y autorizó el despegue. El resto de la historia es conocido.

Dado el impacto mediático del desastre, la NASA decidió formar la mejor comisión de investigación posible, incluyendo en ella a Richard Feynman, un físico muy peculiar, premio Nobel de fisica en 1965, percusionista de samba, aficionado a bares de topless y muy respetado por sus alumnos por su rechazo a dar clases complicadas… es decir, alguien ajeno a cualquier tipo de presión mediática.

Reunida la comisión y revisados todos los datos, la opinión de Feynman era tan diferente de la del resto de la comisión que amenazó con retirar su nombre si no se incluían sus apreciaciones personales en el informe definitivo.

Finalmente, sus apreciaciones se incluyeron en el anejo F, constando en ellas que la diferencia entre las decisiones de los ingenieros y las de los gestores de la NASA eran de hasta tres ordenes de magnitud y que «si se pretende lograr un éxito tecnológico, la realidad debe primar sobre las relaciones públicas, al ser imposible engañar a la naturaleza«. Unos meses más tarde escribió un libro sobre su trabajo en aquella comisión, en el que también se incluía el anejo F, con el elocuente título de «¿Qué te importa lo que piensen los demás?».

¿Quiénes son los clientes «Challenger»?

Los que hacen lo mismo que los tipos de la NASA, y en lugar de preguntar ¿qué más hace falta para hacer las cosas bien?, preguntan ¿y eso para qué lo quieres?, ¡¡ si ya tienes un sondeo !!

¿Quiénes son los gerentes «Thiokol»?

Los que no respetan las decisiones de sus propios técnicos y le dan al cliente lo que éste quiere, a pesar de no ser correcto o legal… «no se le puede decir que no al cliente, es una falta de respeto, si no te quiere decir cuántas plantas tiene el edificio da igual, no lo molestes con preguntas tontas» (verídico).

¿Y los técnicos «Feynman»?

Los ilusos que no ceden al chantaje y se mantienen en su sitio… generalmente, la cola del paro.

Nadie dijo que fuera una historia con final feliz.

Enlaces:

Accidente del Challenger (Wikipedia)
Richard Feynman (Wikipedia)
Anejo de Feynman al informe oficial (NASA)
Selección de frases de Richrd Feynman (Wikiquote)

Casi desde el principio de internet circula una historia sobre la relación entre el diámetro de los depósitos de combustible y el culo de los caballos. Como ahora ya la mandan como una presentación de fotos (lo siguiente será youtube), la próxima vez que os la envíen podéis fijaros en los depósitos, el resto es casi todo mentira, lo podéis leer aquí (en inglés)

 

¿Las Normas UNE son de obligado cumplimiento?, ¿no deberían entonces ser gratuitas?

Grandes preguntas de la humanidad: ¿Son de obligado cumplimiento las normas UNE?, ¿por qué?, ¿dónde lo dice? En caso de serlo… ¿por qué hay que pagar?, se supone que la normativa obligatoria es gratuita, ¿no?. Y ya que estamos con el tema, ¿no deberían publicarse en el BOE, si fueran obligatorias?

¿Las normas UNE son de obligado cumplimiento?

Pues bien, pese a lo que podáis pensar, la solución es SI y NO al mismo tiempo, cual gato de Schrödinger. En teoría (o sea, legalmente), las normas UNE no son de obligado cumplimiento salvo que la Administración o los Pliegos lo exijan, es decir, que NO son obligatorias.

Hasta aquí de acuerdo, pero resulta que tanto la Administración como los Pliegos las piden por defecto, o sea que, en la práctica, las normas UNE SI son de obligado cumplimiento.

¿Tiene sentido pagar por algo que es obligado tener y cumplir?

No (pero sólo es mi opinión, claro).

Si la normativa legal obligatoria se puede descargar gratis, ¿por qué no las normas UNE?

Nadie lo sabe.

 

Es necesario que exista una normativa de referencia, eso ni se discute, pero el concepto de «pago por norma» ya no tiene sentido. En mi opinión debería «mutar» hacia alguna especie de «canon de normalización» aplicado a los trabajos que se hagan bajo normativa, pero pagar por unas normas que hay que seguir de modo obligatorio es absurdo.

[Actualización]

Si el obligado cumplimiento de las normas UNE ya es confuso, que su contenido sea «secreto comercial» y , además, confidencial, ya es kafkiano, ¿sabías que hay que cumplirlas sin divulgar su contenido…? Si, de verdad, no bromeo, eso dice la licencia.

Un blog de geotecnia, ingeniería y opinión

Hola, este post es el «¡Hola Mundo!» de lo que pretende ser un blog de geotecnia, ingeniería y opinión, digna continuación de una web personal sobre geotecnia que empecé a publicar allá por 1998.

¿Otro blog técnico, pfff…?

Bueno, después de algunos años trabajando en el tema considero que hay un par de cosas que merecen ser escritas, ciertas informaciones que no estaría mal compartir y alguna que otra opinión personal que dejar caer.

Torre-de-Pisa-2GM

Una vista poco habitual de la torre de Pisa, ¿verdad?

Vale, lo de escribir sobre ingeniería lo entiendo pero, ¡¿sobre geotecnia?!

Si, claro, ¿por qué no?, hay muchos temas interesantes, por ejemplo, esos «estipendiosos» anejos geotécnicos de los proyectos de obra civil, técnicamente impecables (con elementos finitos y todo, oiga), que igual valen para un sitio que para otro, claro, porque ni siquiera han hecho ensayos (ya se sabe, «gastar dinero en geotecnia es una tontería, que lo haga la contrata, que para eso cobra«).

O de los informes geotécnicos para edificación, algo que hace diez años no conocía nadie (pese a que son obligatorios desde hace más de 30 años) y que ahora se han convertido en un simple trámite, perdiendo todo su valor técnico.

O de esos experimentados Organismos de Control Técnico (alias OCT), una estupenda idea que al final no ha funcionado como se esperaba y ha degradado la geotecnia a una simple colección de tablas y ábacos, retrocediendo casi 50 años de golpe (lo cual tiene su mérito, todo hay que reconocerlo, no era nada fácil).

O quizá simplemente me limite a contar qué tienen de cierto esas frases que se oyen por ahí, tipo «esas grietas son normales, el edificio siempre asienta, eso es normal» o «los muros se caen porque llueve mucho, eso es normal«… ya, también es normal morirse y seguimos visitando al médico.

En fin, según las estadísticas el 95% de los blogs no dura más de un año, veamos qué ocurre con este.

Valencia, julio de 2009


Julio de 2010: Ha pasado un año… y creo que voy a seguir.

Julio de 2011: Parece que le voy pillando el punto.

Julio de 2012: Tres años ya, qué rápido pasa el tiempo.

Julio de 2013: Por aquí seguimos, escribiendo desde Lima, Perú.

Julio de 2014: ¡¡ Un saludo desde Bosnia-Herzegovina !!

Julio de 2015: Definitivamente, creo que me gusta esto (si, sigo en Bosnia-Herzegovina).